Lee el diario de bitácora de Sebas Guim desde el corazón del Maratón de Sables.
Soy Sebas Guim, corredor aficionado, maratoniano apasionado, soñador sin límites. Hace muchos años conocí la existencia del Maratón de Sables, tanto por parte de aquellos que habían ido como de aquellos que informaban sobre la prueba y la calificaban de "la carrera más dura del mundo". No me gusta poner etiquetas a las cosas y menos con algo tan intangible como una prueba deportiva.
Eso sí, la fama se la ha ganado: 250 Km por el desierto, en siete etapas, de autosuficiencia. A excepción del agua y el techo (las lonas de una Haima) todo lo que uno pueda necesitar lo tiene que llevar a cuestas. Pasado mañana me embarco en esa aventura. Siempre que las fuerzas me lo permitan os iré explicando en runners.es las evoluciones de este reto. De momento, el primer paso ya está dado: ayer conseguí meterlo todo en la mochila. 8 kilos entre pecho y espalda...sin contar el agua. El tema promete, ¿no?
DÍA 0
CALOR, ARENA...Y MUCHAS GANAS DE EMPEZAR
En Sables cada uno carga con todo lo suyo, así que llevar menos peso supone renunciar a un poco de confort...o un poco de alimento. Hay unos mínimos necesarios tanto a nivel de calorías (14.000, 2000 por día) como de peso inicial 56,5 kg). Esta tarde han tenido lugar las verificaciones. Mi mochila pesa 9 kg, he liberado un poco de abrigo. Confío no pagar la osadia por las noches. Llevamos 24 hrs en el desierto y ya hemos podido comprobar cómo son las noches saharianas. Nada que ver con el día. Las haimas esta totalmente abiertas, el viento y el frío se cuelan por todas partes. Mañana empieza todo. Una carrera larga y dura, una busqueda de los límites de todos los que tomamos parte en ella, un deseo de luchar en un terreno, para muchos, desconocido. Para empezar arrancamos con una "etapita" de 33 kms, 13 de los cuales los pasaremos subiendo y bajando dunas. Las baterias estan a tope, tenemos ganas de que empiece a sona el HIGHWAY TO HELL (en Sables funciona a modo de pistoletazo de salida), toda una descarga de adrenalina. Es el inicio de un sueño que en cualquier momento, tras cualquier error, puede pasar a convertirse en una pesadilla.
DÍA 1
BELLEZA Y DUREZA PARA PARAR UN TREN
¡¡¡Qué debut!!! ¡¡¡Vaya bautizo en Sables!!! Etapa preciosa desde el principio. De salida fuimos por un terreno con muchas piedras, subidas y bajadas. Aquí cada uno tiene que ir a su ritmo, intentar aguantar el de otros puede ser fatal. Yo he salido a la mía, cómodo, disfrutando del camino y del paisaje. Las dunas se iban acercando, las ganas de encararlas tambien. Luego ha tocado sufrirlas. Hay zonas de arena dura y otras de arena blanda. Acertar el sendero correcto te ahorra muchas energias. Creo que he tenido suerte. Atrapar a un francés "experto en Sables" me guió durante un buen rato. En las dunas corres y caminas, a partes casi iguales. En 13km de constantes subidas y bajadas da tiempo para muchas cosas. He venido a correr, pero tras una sola etapa ya puedo decir que me encantaría volver, en otra ocasión...de paseo. En el km 26, tras uno de los puntos de control, cambio el panorama de arriba a abajo. Terreno totalmente llano, ¡¡¡una recta de casi 7 km!!! Para un maratoniano como yo, poco habituado a las cuestas, se suponia que tenia que llegar lo bueno. Pero no fue así. Me vi falto de todo, poca energia en las piernas. No veía la llegada, corría practicamente solo. Avanzaba lentamente. Ha sido el peor momento. Aun así, no lo llego a considerar una pájara, el castigo solo fue la perdida de dos posiciones. Empezar Sables en la 37ª posicion me parece una osadía para un debutante, desconocedor de lo que me espera. Ahora toca descansar y recuperarse. Mañana volveremos a sufrir, seguro, un poco mas.
DÍA 2
EL DIOS EOLO NOS ESTA ATORMENTANDO
¿Le habremos hecho algo? Desde ayer por la tarde sufrimos una permanente tempestad de arena. He estado pocas veces en el desierto así que para mí es algo nuevo. En el desierto esperas encontrarte un calor brutal y aquí, de momento no nos llega.En cambio, el continuo golpeo del viento contra las haimas (insisto, totalmente abiertas) se convierte en una tortura durante las noches. Las horas de sueño son mínimas y aunque conseguimos descansar el cuerpo no es lo mismo. Durante la etapa de hoy se hizo muy difícil avanzar. Con el paso de los km uno va comiendo y bebiendo: es algo que hay que regular mucho si se quiere llegar hasta el final. Lo que no se puede regular es la cantidad de granitos de arena que se tragan (están entre muchos y muchísimos, los dientes hacen un ruido espantoso, la visita al dentista tras Sables sera de las que hacen época). Ayer me sentí bien y esperaba pagarlo en esta segunda etapa. Mis cálculos deben de haber fallado, hoy fui todavia mejor. He subido un par de puestos en la general, verme 34º me da un poco de vértigo. Sé que lo acabare pagando, pero mientras dure, no teneis ni idea de cuanto estoy disfrutando. Solamente con estas dos etapas ya merece la pena el esfuerzo de todos estos ultimos meses. Y cuando venga el "tío del mazo", como Perico llama a los grandes pajarones, pues nada, se acepta y punto.
DÍA 3
MUSCULARMENTE ROTO, PSICOLÓGICAMENTE HUNDIDO
Así es como me he sentido en el km34 de la etapa de hoy cuando después de superar unas dunas he visto un montón de haimas negras, como las primeras que se ven cuando se llega al campamento, a la línea de meta. La etapa era de 38 km y sabia que era demasiado pronto para que fuera real. Cuando descubrí que tras las haimas no había nada, nada mas que dunas, me hundí. Todavía faltaban más km de sufrimiento. Y mi cuerpo dijo basta. Y llegaron los calambres. Y tuve que parar. Y tuve que arrancar otra vez. La etapa había sido durísima, habíamos superado una broma en forma de montaña con una pendiente media del 17%. No era plan de quedarse ahí. Afortunadamente estaba en tierra de nadie y no perdí posiciones. Aun no sé muy bien qué pudo causar mi recuperación. Simplemente sucedió. Y volví a correr bien y alcancé a dos franceses que se habían alejado. Y los superé. Finalicé la etapa en la 36ª posición y me mantengo en esos puestos también en la general. Sin embargo ahora mismo me siento vacío. Tengo el cuerpo destrozado, me han salido unas ampollas en los pies que me están matando, tengo hambre y sueño, mucho sueño. Por las noches no duermo nada bien. Y esto no ha hecho mas que empezar. Mañana toca la etapa grande, la que hemos estado esperando todos los sableros. 82 km de más dunas, más viento, más cansancio. Como estoy entre los primeros 50 clasificados me tocara salir tres horas después que el gran grupo, a las 12 del mediodía (apenas hay sol...) y tendré que correr durante un montón de horas por la noche. Avanzo que me caeré, como mínimo, fijo, un par de veces...y si no, al tal Santiempo. Pero ahora mismo no quiero pensar en ello. Necesito descansar.
DÍA 4
¿SE PUEDEN SUFRIR DOS PÁJARAS EN UNA MISMA CARRERA?
Sí, se puede. Y yo no lo sabía. Y la segunda es mucho peor que la primera. Ayer disputamos la etapa non stop, de 82 km. y el recuerdo de ese sufrimiento creo que tardará tiempo en desaparecer. Salir a las 12 del mediodía ya te deja tocado. Quise beber constantemente pero el primer control se hizo de rogar...y llegué medio deshidratado. No tenía ritmo, no tenía fuerzas. De vuelta, con agua en los bidones, todo fue mucho mejor. Fui alcanzando a corredores que habían salido tres horas antes. Yo corría, la mayoría caminaba. Y en el km 65 llego el mazazo. Paras un momento a andar y cuando quieres volver a trotar, la cabeza te dice que no. Pero insistes una vez y arrancas, a pesar de que los músculos también se quejan.
La disyuntiva se repite una y otra vez, hasta que me doy por vencido, me aparto de la senda, me quito la mochila, apago el frontal y me estiro en el suelo. Cierro los ojos. Todo se detiene. Y el cerebro se empieza a activar. Y me obliga a comer, aunque no tengo hambre. Recurro a unos 30 gramos jamón ibérico envasado al vacío que tenia reservado a modo de recompensa para el final de la etapa. Los primeros trocitos los devoro, pero reacciono antes de acabármelo todo y saboreo cada una de las migajas que me quedan. Solo han pasado 6 minutos. Aunque el tiempo no importa. Con energías renovadas mi mente vuelve a estar lucida y mi cuerpo vuelve a reaccionar a las exigencias a las que lo someto. Y, de nuevo, empiezo a correr. Voy contando números, del 1 al 250. Aún no se por qué hasta ese numero concreto, pero cuando lo alcanzo muerdo una barrita energética y vuelvo a empezar.
Vuelvo a estar bien. El deseo de seguir venció al de abandonar. Y ahora me enorgullezco por ello. El descalabro ha dejado un montón de víctimas, que ahora mismo hacen cola en la enfermería y la clínica para poder seguir adelante. Mis dos pajarones tampoco me han dejado fuera de la clasificación: 64ºen la etapa, 42º en la general. Hoy vivimos día de descanso, mientras siguen llegando a meta sufridores participantes. Para mañana nos espera otra inocentada: 42 km con un perfil montañoso. Por lo que pueda suceder, guardaré un último paquetito de jamón.
DÍA 5
Una crònica aproximada a la que llegireu a continuació la vaig escriure al campament de haimes durant la marató de Sables, després de la disputa de la cinquena etapa: la marató. La vaig enviar a http://www.runners.com/ a través de Darbaroud, però mai els va arribar. Ara, passats uns dies, he fet memòria i n'he tret una crònica. A la cinquena etapa hi arribava després d'haver patit més del que em pensava a l’anterior, de 82 kms. El dia de descans m'havia servit per refer-me, però també per valorar el que estava fent. Els corredors havien anat arribant durant el dia i a mitja tarda l’organització ens va informar que s’apropaven a l’últim quilòmetre aquells que tancaven la cursa, seguits de prop pels camells-escombra. Per a tots ells era el punt i final a 33 hores de trajecte. Uns anaven amb bastons de muntanya i d’altres ho feien arrepenjats en branques agafades pel camí. Patien per arribar, gairebé s’arrossegaven. Els més de 800 participants que ja feia hores que havíem arribat vam improvitzar un túnel humà des d’on els vam retre un emotiu homenatge. Homenatge per a ells, però tanmateix també per a tots nosaltres. Els aplaudiments i les ovacions eren sincers. Podíem sentir el patiment d’aquells corredors, que amb prou feines s’aguantaven de peu. Sota un sol de justícia, passades les sis de la tarda, vam suar acompanyant-los a creuar l’arribada. L’endemà, uns i altres, hauríem d’afrontar un nou repte: els 42 kms de la marató.
SOBRE CAMES, BRAÇOS I DESHIDRATACIONS
Un dels millors moments que es viuen a Sables es produeix quan un membre de l’organització va passant, una haima rera una altra, per entregar als corredors aquells missatges que amics i familiars envien a través de la web de Darbaroud. Acostuma a ser a última hora de la tarda, quan la gent està paint el sopar i descansa pensant en l’endemà. Cada missatge es converteix en un regal i aquí els regals es valoren moltíssim. Un d’aquests me’l va fer la meva germana. Em donava ànims, m’explicava alguna cosa del que estava passant a Barcelona i em transmetia un consell que li havia donat el seu professor de chi kung: “si et fan mal les cames, pensa en els braços i si el que et fan mal són els braços, aleshores pensa en les cames.”
Vaig interrompre els meus companys de haima per llegir-los en veu alta la frase i així que la vaig acabar no vaig poder evitar riure-me’n. Ni jo ni la resta. Algú va comentar, fent broma, que el professor de la meva germana probablement no hauria anat mai a Sables i un altre es va preguntar què hauríem de fer en el cas de patir mal a les cames i als braços al mateix temps. Amb aquests pensaments me’n vaig anar a dormir.
La sortida de la marató va ser una bogeria. Era la penúltima etapa i com l’anterior havia estat de 82 kms, la gent va sortir embalada, com aquell qui res. En el meu cas, ni em sobraven les forces ni tenia ganes d’embogir, així que vaig sortir a un pas lent però segur. De sortida, ben aviat, vam haver de pujar una muntanya, amb un fort percentatge de desnivell. Em costava molt esforç avançar. El cansament acumulat, les pedres i la pujada m’estaven destrossant les cames. Va ser aleshores que em vaig recordar del missatge de la meva germana. Em vaig mirar els braços, tristament, i em vaig preguntar què hi tenia de bo en aquells braços esprimatxats, petits i llargaruts. I vaig començar a veure-hi un no sé què. Sense dubte, el millor que tenien en aquelles alçades de la competició era un bronzejat d’escàndol, també em vaig adonar que, tot i que prims, estaven fibrats, però sobretot vaig veure que no els estava traient prou profit. Vaig començar a arquejar-los amb més força i, a poc a poc, el dolor de les cames va anar desapareixent, gairebé sense adonar-me’n. Va ser inevitable que em sentís malament per la burla que havíem fet la nit anterior, a la haima.
Però ni aquella va ser l’única ocasió en què em vaig sentir malament durant l’etapa ni la frase del chi kung em va poder ajudar amb el següent problema amb què m’havia d’enfrontar. Al km. 11 hi havia un primer punt de control. Hi vaig arribar mig tocat, era una mica estrany, però no havia acabat de trobar un ritme que em fes sentir còmode. Vaig carregar els bidons, em vaig remullar el cap i, havent deixat el control enrere, vaig fer una parada tècnica per a necessitats fisiològiques…de primer nivell. I en aquell moment va ser quan em vaig espantar de debò. El líquid que sortia del meu cos no era orina, més o menys espessa, directament era sang, totalment vermella. Vaig recordar que dues nit abans, durant l’etapa llarga, ja m’havia fet la sensació que treia sang, però vaig pensar que el llum del frontal i el meu esgotament m’estaven enganyant. Allà, en canvi, ho veia clar. No volia comentar res als metges, ja que m’haurien fet parar i potser fins i tot haurien posat fi a les meves esperances d’acabar l’etapa i, per tant, de completar la Marató de Sables. No sabia què tenia però imaginava que tindria relació amb una deshidratació.
Vaig decidir continuar endavant. Vaig comentar-li el problema a un amic, demanant-li que si em passava alguna cosa expliqués als metges el tema de l’orina…perquè anessin directament al problema. Vaig beure tanta aigua com vaig poder i vaig tornar a arrencar. El ritme havia de ser molt suau, no havia de patir gens ni mica. A poc a poc vaig arribar al segon control. Vaig carregar l’aigua que em corresponia i vaig aprofitar les ampolles mig buides que deixaven els altres corredors per tornar a carregar els meus dipòsits. Tenia l’estómac ple però m’havia d’obligar a seguir bevent. Estava vivint una marató estranya. El ritme lent i les preocupacions per l’orina m’havien fet arribar a la mitja marató sense desgastar-me gairebé gens i des d’aquell punt vaig anar “recollint cadàvers” d’aquells aventurats que no havien valorat com es mereixen els 42 kms de la distància de Fil.lípides. Se’m va recuperar l’ànim i, sense buscar-ho, vaig augmentar el ritme. Avançar corredors va ser una constant fins al final de la marató. Vaig creuar la línea d’arribada en 4 hores i 43 minuts, en la posició número 67, després d’un dia molt arriscat.
Amb el pas de les hores, els litres d’aigua que vaig seguir bevent i el descans, tot va tornar a la normalitat…i al seu color. A la tarda em vaig assabentar que altres corredors havien patit el mateix problema i que, simplement (paraules dels metges), es tractava d’una deshidratació. Vaig cometre una imprudència però em va sortir bé. Malgrat tot, no n’estic ni content ni satisfet. No me’n sento orgullós. Però en aquell lloc i en aquell moment, continuar era l’única solució que em passava pel cap. El problema és que, sent com sóc, crec que si ho tornés a viure, tornaria a prendre la mateixa decisió.
DÍA 6
TRAS LA BATALLA, PASEO TRIUNFAL
De la misma manera que los ciclistas del Tour de Francia viven un homenaje en los Campos Elíseos de Paris durante la disputa de la última etapa, los esforzados de la ruta sablera también tuvimos el nuestro. Una carrera final de solo 17 Km., después de las adversidades afrontadas durante la etapa non stop (82 Km.) y el maratón, era como un regalo muy preciado. Y como era el último día, antes de lamentarme, por haber dejado Sables atrás, quise saborearlo poco a poco, cosa que no había podido hacer hasta entonces. El margen de 40 minutos que tenia para permanecer dentro del Top-50 me permitía ese respiro.
El paisaje no fue deslumbrante, pero si el ambiente. Empecé a cola de grupo, buscando una perspectiva diferente a la que suelo tener, viendo a corredores distintos a los que me acompañan habitualmente, que quizás van más lentos pero que también sufren, como todos. Y ahí fui avanzando posiciones, lentamente. Gente a lo largo del recorrido iba animando a "esos locos que corren". Fui saludando a los numerosos compañeros a los que fui superando y en sus ojos vi que sentían lo mismo que yo: satisfacción, alegría, orgullo...y cansancio. Esa sensación también destaca en nuestros rostros.
Y a medida que me fui acercando a la meta me fui sintiendo raro, el sonido de la megafonía era una señal inequívoca del principio del fin. Cuanto más avanzaba menos ganas tenia de llegar. A pesar de ello la situación era irremediable. Al pisar la alfombra de la llegada se me puso el vello de punta, saque todo el aire que tenia en los pulmones y me detuve. Y conmigo, todo a mi alrededor. Un instante, nada más. A penas me dio tiempo a preocuparme, la llegada de otros ganadores me hizo despertar. Nos abrazamos, los unos a los otros. Caras demacradamente alegres, sonrisas tímidamente desencajadas, cuerpos abatidos pero erguidos al minuto, sacando pecho antes de recibir la medalla. Sufridores todos. Ayer rivales, hoy compañeros, mañana amigos. Y para toda la vida, finalistas del Maratón de Sables.
Fue un placer compartir mis aventuras con los lectores de www.runners.es Hasta pronto, saludos de Sebas Guim
dijous, 21 d’abril del 2011
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