dijous, 29 de novembre del 2012

NO TODAS LAS GOTAS SON IGUALES

Aquest diumenge farà un any que vaig córrer la Marató de Panamà. Aprofitant el record vull compartir la crònica que, aleshores, vaig escriure per a la revista Corricolari. L'entrada que vaig fer al bloc, 6è classificat a la Marató de Panamà ha estat una de les més llegides de l'any. Estic convençut que aquesta també agradarà. Per a tots aquells que s'estiguin plantejant la possibilitat d'anar a "fer les amèriques", atlèticament parlant.

No todas las gotas son iguales,, por Sebas Guim

Suena el despertador de forma insistente. Son las tres de la madrugada, noche cerrada en Ciudad de Panamá. En sólo dos horas, cuando todavía estemos a oscuras, se dará la salida al maratón. Me he levantado con nervios, con ese cosquilleo habitual de antes de las competiciones. He corrido más de 20 maratones en mi vida y ya tengo adquiridas una serie de rutinas que sigo religiosamente. Pero soy consciente de que en éste que estoy a punto de empezar hay muchos factores cuyo efecto desconozco. El madrugón es uno de ellos y se debe al calor y la humedad que dominan la ciudad durante el día. Los 25ºC de temperatura serán duros pero el 98% de humedad puede acabar con cualquiera.
Cuando empecé a plantearme la posibilidad de correr en Panamá mis conocimientos sobre el país centroamericano no iban mucho más allá del ex dictador Manuel Antonio Noriega, el ex futbolista “Dely” Valdés y, por supuesto, esa obra de ingeniería que hay que ver de cerca, para entenderla y disfrutarla, el Canal. Sin embargo al visitar el istmo uno se da cuenta de que Panamá es mucho más. La bahía que envuelve la capital, los archipiélagos de San Blas o de Bocas del Toro, el volcán Barú o el Parque Nacional de Darién colman las expectativas de cualquier extranjero.
Pero el reto sigue estando enfrente, los 42 kilómetros no se han movido, están ahí esperando al grupo de atrevidos que buscan poner a prueba sus cuerpos. Tras escuchar las últimas notas del himno de Panamá suena el disparo de salida. Ya no hay marcha atrás. Empezamos a correr en Amador, en el extremo oeste de la ciudad, y avanzamos en busca del sol hacia la Cinta Costera. Avisado sobre los peligros que puede ocasionarme la excesiva humedad no desaprovecho las oportunidades de beber. Un par de sorbos en cada punto de avituallamiento me mantendrán bien hidratado.
A pesar de los esfuerzos por respetar mi plan de actuación soy consciente de que las primeras gotas de sudor han aparecido antes de llegar al segundo kilómetro. Al paso por el 10 ya llevo la camiseta pegada al cuerpo. El Club de Corredores del Istmo, organizador del evento, trabaja denodadamente por intentar convertir este maratón en el más importante de Centroamérica y uno de los mejores de Latinoamérica. Para lograrlo este crecimiento cuenta con el apoyo del Gobierno e importantes patrocinadores. 600 voluntarios colaboran para asistir a los corredores en los puntos de avituallamiento y evitar incidencias a lo largo del recorrido. En juego está el prestigio de ganar, la honrilla de llegar y una bolsa nada desdeñable de 70.000 dólares en premios, distribuidos entre las diferentes categorías. Para ganar hay que sudar, y en Panamá, mucho más que en otros lugares. Me tomo un primer gel mientras nos acercamos al tramo marino del Corredor Sur, con unas vistas espectaculares.
El sol empieza a aparecer por el horizonte. Pocas nubes, mal augurio. Al llegar al barrio de Costa del Este, en el extremo opuesto de la ciudad, nos aproximamos al kilómetro veinte. Por mis brazos van descendiendo pequeñas gotas de sudor, que caen al suelo al llegar a la punta de mis dedos. Los avances que ha ido experimentando la carrera han permitido que, en esta edición, se haya incorporado el chip. Al pisar la alfombrilla, el característico “piiiip” me recuerda que estoy entrando en la segunda mitad de carrera. Los rayos del sol me apuntan directamente al cogote, pero no me cuesta encontrarle la vertiente positiva, los impresionantes rascacielos que dominan la ciudad lucen un brillo encantador. Es por edificios como el Hotel Trump Ocean Club, The Point, Ocean Two, Aqualina Tower o el popularmente conocido como “Tornillo”, por lo que la ciudad se ha ido ganando el sobrenombre de Panamanhattan.
Sigo bebiendo y sudando, aunque la proporción no debe ser la misma: me siento cansado, el aire no me llega, me pesan las piernas. Miro hacia abajo y me sorprendo al constatar las huellas que dejan mis zapatillas después de cada zancada. Están totalmente empapadas, como si acabasen de salir de una lavadora con la centrifugadora estropeada. Es el momento de tomarme el segundo gel. Hay que levantar la cabeza de nuevo y disfrutar de la vista. Vuelvo a pasar por el centro de la ciudad pero ahora lo hago a plena luz del día.
Avanzo lentamente, y voy restando kilómetros al objetivo. Ya sólo faltan seis. El tercer y último gel suele ser el que mejor me sienta. Sin embargo me sorprendo cuando me avanzan algunos corredores, a un fuerte ritmo. Me relajo al percatarme de sus dorsales de color azul (el mío es amarillo), indicativos de que participan en el medio maratón y que salieron una hora y media más tarde. Panamá no tiene una gran cultura atlética, así que haciendo coincidir un medio maratón o un maratón por relevos con la prueba reina, pretenden conseguir que los habitantes del istmo se vayan iniciando en el deporte más sencillo del mundo. Parece que lo están logrando. Mis pensamientos van de un lado a otro y ya no me queda nada. No me importa el rival que me precede ni tampoco el que me persigue. Llegar es mi meta y estoy a punto de lograr el objetivo. Escucho la megafonía cada vez más fuerte, observo las banderas de los patrocinadores, se me pone la piel de gallina, la gente me transmite su último aliento. Un aliento necesario para dar esa última zancada, la que me ayuda a cruzar por debajo del arco y superar la línea de meta. Siento que una gota desciende por mi mejilla, pero tengo claro que no se trata de sudor. Esta gota es diferente, es una emotiva lágrima de felicidad.

2 comentaris:

Joan Pera ha dit...

ostres sebas, es nota que ets periodista, escrius de conya, una abraçada i una marato més al sac. felicitats

Joan Pera

Sebas Guim ha dit...

Gràcies, Joan!!! Tu, que em llegeixes amb bons ulls... ;-)